No como se perdieron los libros de Alejandría
se perderá Venecia: será una lenta llamarada.
Tiempo atrás empezó este incendio de agua
que pertinaz consume su memoria, día a día.
Tal vez, indolentes, acordaron las estrellas
que una noche faltaría el Véneto, no la herida.
La Italia recortada llorará en tu playa vacía;
el mapa del cosmos no alterará tu ausencia.
Habrán pasado segundos y serás Atlántida.
Cosa triste: pródiga en gigantes como fuiste,
no volverán a alcanzarte las ricas caravanas.
Te llevarás para siempre el Rialto que ceñiste
ingenua. Te llevarás San Marcos y las máscaras.
No dejarás, para los otros, más que lo imposible.
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