lunes, 5 de noviembre de 2012

El (otro) dinosaurio

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Augusto Monterroso


Cuando despertó al día siguiente, harto de que lo leyeran hasta el tuétano de los huesos, el dinosaurio de Monterroso (un diplodocus longus) juró que se iría de allí y nunca más regresaría. Se alzó triunfante sobre el escueto relato que protagonizaba y rugió. El eco de la protesta pudo oírse a varias páginas de distancia, reclamando para sí el espacio literario que por derecho y por volumen le correspondía. Pero alguien cerró el libro de pronto, como un meteorito, y el dinosaurio se extinguió.

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